Por: Pablo Rennella (Cordoba)
Desde que yo tengo uso de razón, cuando se decía que alguien era «masoquista», no parecía que fuera bueno… Al contrario, se creía que era una actitud no positiva…De todos modos, el tiempo me ha demostrado que con sus actitudes, la sociedad Argentina parece hacer un «deporte» del masoquismo, porque cae en los mismos errores y elecciones, en forma permanente; al límite de ir prácticamente «involucionando» cada vez más y parece no darse cuenta de ello…
Apostar «otra vez» por la misma política que nos llevó al «abismo» es un claro ejemplo de lo expresado más arriba.Pero sino están convencidos que es así, nos adentremos un poco más del significado de ser «masoquista» y allí veremos qué sucede:»Se llama masoquista a quien practica el masoquismo, es decir, la práctica de infringirse a voluntad dolor (físico o emocional) por propia mano o por mano de otros, obteniendo de ello placer o goce de algún tipo (algunos, forman parte de lo inexplicable).
Las personas masoquistas viven rodeadas de miedo, de inseguridad y son muy dependientes, pero no en el sentido en que vemos la dependencia, sino en el sentido de que necesitan que alguien sea testigo de sus sacrificios. En realidad, esta personalidad cree que su vida debe ser como la de un mártir.La persona tiene creencias negativas y devaluativas hacia sí mismo, lo que “justifica”, en su forma de pensar, los abusos y autosacrificios contrastantes y excesivos.
También tienen la creencia de que ellos obtienen valor propio, mediante la ayuda y complacencia hacia los demás».
El informe concluye con la «Reestructuración Cognitiva: Identificar aquellas creencias que producen esta conducta masoquista. Por ejemplo, pensar que la única forma de sentirse valorado es en desmedro de sus intereses personales, por los demás. En este sentido, se identifican todos estos pensamientos y se entrena al individuo para reemplazarlos por creencias positivas y saludables.
De esta forma se trabaja en la autoestima y autoconcepto positivo de la persona»…Durante muchos años en nuestro país, nos inculcaron el «que dirán», el «no te metas», el «algo habrá hecho» y más acá en el tiempo, la idea de «enemigo» en vez de adversario y todo esto ha producido un «cóctel» muy negativo en la actitud social; nos hemos vuelto individualistas, cínicos, violentos, disociados de la realidad y sobretodo, entes antisociales que están muy lejos de la idea primogénita de sociedad mancomunada.
Este no pretende ser un «análisis psicológico» del Argentino, sino simplemente un «llamado de atención» de lo que estamos construyendo para el presente pero sobretodo, para el futuro de lo que pretende ser un país «serio» que tenga mañana; para ello, primero debemos «identificar» lo que nos pasa, después reconocerlo y finalmente, cambiar el rumbo de los acontecimientos…
Así como vamos, como sociedad que pretende el Bien Común, más allá de este gobierno, el anterior y el anterior, desde la restauración de la Democracia (de un primer gobierno que será recordado por la Historia Argentina como aquel que fortificó las instituciones y logro poner las bases democráticas que aún hoy persisten, el de Raúl Alfonsín en 1983) no hubo un gobierno capaz que todos los Argentinos nos sintiéramos orgullosos de nuestros representantes, al contrario, elección tras elección, nos sentimos cada vez más defraudados, desilusionados y traicionados, por quienes elegimos para que llevaran adelante los destinos de la patria.
Estamos seguros que habrá gobiernos que solo figurará el período en el que estuvieron, pero ni para los Historiadores, será motivo de que escriban una línea más de la necesaria.Hoy estamos en una «encrucijada», nos «despertamos», nos damos cuenta de nuestro masoquismo o será inevitable terminar en una institución psiquiátrica, dónde habremos cedido nuestra Libertad, el Libre Albedrío, el Alimento y nuestras Decisiones Personales…
Cómo dijera un psiquiatra conocido «todo aquel que se vea excluido de este análisis, haga una toma de conciencia o tendrá que callar para siempre…»Un pueblo sin VOZ, es un pueblo que no tiene futuro; estamos a tiempo, pero en el reloj de arena de la vida, ya invirtió su posición y estamos en tiempo de descuento; no me gustaría que nuestros nietos leyeran ésta etapa de nuestra historia y solo fuera un «retaso, una botella vacía…».